Aunque el final del periodo
medieval fue testigo de importantes estudios matemáticos sobre problemas del
infinito por autores como Nicole Oresme, no fue hasta principios del siglo XVI
cuando se hizo un descubrimiento matemático de trascendencia en Occidente. Era
una fórmula algebraica para la resolución de las ecuaciones de tercer y cuarto
grado, y fue publicado en 1545 por el matemático italiano Gerolamo Cardano en
su Ars magna. Este hallazgo llevó a los matemáticos a interesarse por
los números complejos y estimuló la búsqueda de soluciones similares para
ecuaciones de quinto grado y superior. Fue esta búsqueda la que a su vez generó
los primeros trabajos sobre la teoría de grupos a finales del siglo XVIII y la
teoría de ecuaciones del matemático francés Évariste Galois a principios del
XIX.
También durante el siglo
XVI se empezaron a utilizar los modernos signos matemáticos y algebraicos. El
matemático francés François Viète llevó a cabo importantes estudios sobre la
resolución de ecuaciones. Sus escritos ejercieron gran influencia en muchos matemáticos
del siglo posterior, incluyendo a Pierre de Fermat en Francia e Isaac Newton en
Inglaterra.
AVANCES EN EL SIGLO XVII
Los europeos dominaron
el desarrollo de las matemáticas después del renacimiento.
Durante el siglo XVII
tuvieron lugar los más importantes avances en las matemáticas desde la era de
Arquímedes y Apolonio. El siglo comenzó con el descubrimiento de los logaritmos
por el matemático escocés John Napier (Neper); su gran utilidad llevó al astrónomo
francés Pierre Simon Laplace a decir, dos siglos más tarde, que Neper, al
reducir el trabajo de los astrónomos a la mitad, les había duplicado la vida.
La ciencia de la teoría
de números, que había permanecido aletargada desde la época medieval, es un
buen ejemplo de los avances conseguidos en el siglo XVII basándose en los
estudios de la antigüedad clásica. La obra Las aritméticas de Diofante
ayudó a Fermat a realizar importantes descubrimientos en la teoría de números.
Su conjetura más destacada en este campo fue que no existen soluciones de la
ecuación an + bn = cn
con a, b y c enteros positivos si n es mayor que 2. Esta
conjetura, conocida como último teorema de Fermat, ha generado gran cantidad de
trabajos en el álgebra y la teoría de números.
En geometría pura, dos
importantes acontecimientos ocurrieron en este siglo. El primero fue la
publicación, en el Discurso del método (1637) de Descartes, de su
descubrimiento de la geometría analítica, que mostraba cómo utilizar el álgebra
(desarrollada desde el renacimiento) para investigar la geometría de las curvas
(Fermat había hecho el mismo descubrimiento pero no lo publicó). El Discurso
del método, junto con una serie de pequeños tratados con los que fue
publicado, ayudó y fundamentó los trabajos matemáticos de Isaac Newton hacia
1660. El segundo acontecimiento que afectó a la geometría fue la publicación,
por el ingeniero francés Gérard Desargues, de su descubrimiento de la geometría
proyectiva en 1639. Aunque este trabajo fue alabado por Descartes y por el
científico y filósofo francés Blaise Pascal, su terminología excéntrica y el
gran entusiasmo que había causado la aparición de la geometría analítica
retrasó el desarrollo de sus ideas hasta principios del siglo XIX, con los
trabajos del matemático francés Jean Victor Poncelet.
Otro avance importante
en las matemáticas del siglo XVII fue la aparición de la teoría de la
probabilidad a partir de la correspondencia entre Pascal y Fermat sobre un
problema presente en los juegos de azar, el llamado problema de puntos. Este
trabajo no fue publicado, pero llevó al científico holandés Christiaan Huygens
a escribir un pequeño folleto sobre probabilidad en juegos con dados, que fue
publicado en el Ars coniectandi (1713) del matemático suizo Jacques
Bernoulli. Tanto Bernoulli como el francés Abraham de Moivre, en su Doctrina
del azar de 1718, utilizaron el recién descubierto cálculo para avanzar
rápidamente en su teoría, que para entonces tenía grandes aplicaciones en
pujantes compañías de seguros.
Sin embargo, el acontecimiento
matemático más importante del siglo XVII fue, sin lugar a dudas, el
descubrimiento por parte de Newton de los cálculos diferencial e integral,
entre 1664 y 1666. Newton se basó en los trabajos anteriores de dos
compatriotas, John Wallis e Isaac Barrow, así como en los estudios de otros
matemáticos europeos como Descartes, Francesco Bonaventura Cavalieri, Johann
van Waveren Hudde y Gilles Personne de Roberval. Unos ocho años más tarde, el
alemán Gottfried Wilhelm Leibniz descubrió también el cálculo y fue el primero
en publicarlo, en 1684 y 1686. El sistema de notación de Leibniz es el que se
usa hoy en el cálculo.
EN EL SIGLO
XVIII
Durante el resto del siglo
XVII y buena parte del XVIII, los discípulos de Newton y Leibniz se basaron en
sus trabajos para resolver diversos problemas de física, astronomía e
ingeniería, lo que les permitió, al mismo tiempo, crear campos nuevos dentro de
las matemáticas. Así, los hermanos Jean y Jacques Bernoulli inventaron el
cálculo de variaciones y el matemático francés Gaspard Monge la geometría
descriptiva. Joseph Louis Lagrange, también francés, dio un tratamiento
completamente analítico de la mecánica en su gran obra Mecánica analítica
(1788), en donde se pueden encontrar las famosas ecuaciones de Lagrange para
sistemas dinámicos. Además, Lagrange hizo contribuciones al estudio de las
ecuaciones diferenciales y la teoría de números, y desarrolló la teoría de
grupos. Su contemporáneo Laplace escribió Teoría analítica de las
probabilidades (1812) y el clásico Mecánica celeste (1799-1825), que
le valió el sobrenombre de ‘el Newton francés’.
El gran matemático del
siglo XVIII fue el suizo Leonhard Euler, quien aportó ideas fundamentales sobre
el cálculo y otras ramas de las matemáticas y sus aplicaciones. Euler escribió
textos sobre cálculo, mecánica y álgebra que se convirtieron en modelos a
seguir para otros autores interesados en estas disciplinas. Sin embargo, el
éxito de Euler y de otros matemáticos para resolver problemas tanto matemáticos
como físicos utilizando el cálculo sólo sirvió para acentuar la falta de un
desarrollo adecuado y justificado de las ideas básicas del cálculo. La teoría
de Newton estaba basada en la cinemática y las velocidades, la de Leibniz en
los infinitésimos, y el tratamiento de Lagrange era completamente algebraico y
basado en el concepto de las series infinitas. Todos estos sistemas eran
inadecuados en comparación con el modelo lógico de la geometría griega, y este
problema no fue resuelto hasta el siglo posterior.
LAS MATEMÁTICAS EN EL
SIGLO XIX
En 1821, un matemático
francés, Augustin Louis Cauchy, consiguió un enfoque lógico y apropiado del
cálculo. Cauchy basó su visión del cálculo sólo en cantidades finitas y el
concepto de límite. Sin embargo, esta solución planteó un nuevo problema, el de
la definición lógica de número real. Aunque la definición de cálculo de Cauchy
estaba basada en este concepto, no fue él sino el matemático alemán Julius W.
R. Dedekind quien encontró una definición adecuada para los números reales, a
partir de los números racionales, que todavía se enseña en la actualidad; los
matemáticos alemanes Georg Cantor y Karl T. W. Weierstrass también dieron otras
definiciones casi al mismo tiempo. Un problema más importante que surgió al
intentar describir el movimiento de vibración de un muelle —estudiado por
primera vez en el siglo XVIII— fue el de definir el significado de la palabra
función. Euler, Lagrange y el matemático francés Joseph Fourier aportaron
soluciones, pero fue el matemático alemán Peter G. L. Dirichlet quien propuso
su definición en los términos actuales.
Además de fortalecer los
fundamentos del análisis, nombre dado a partir de entonces a las técnicas del
cálculo, los matemáticos del siglo XIX llevaron a cabo importantes avances en
esta materia. A principios del siglo, Carl Friedrich Gauss dio una explicación
adecuada del concepto de número complejo; estos números formaron un nuevo y completo
campo del análisis, desarrollado en los trabajos de Cauchy, Weierstrass y el
matemático alemán Bernhard Riemann. Otro importante avance del análisis fue el
estudio, por parte de Fourier, de las sumas infinitas de expresiones con
funciones trigonométricas. Éstas se conocen hoy como series de Fourier, y son
herramientas muy útiles tanto en las matemáticas puras como en las aplicadas.
Además, la investigación de funciones que pudieran ser iguales a series de
Fourier llevó a Cantor al estudio de los conjuntos infinitos y a una aritmética
de números infinitos. La teoría de Cantor, que fue considerada como demasiado
abstracta y criticada como “enfermedad de la que las matemáticas se curarán
pronto”, forma hoy parte de los fundamentos de las matemáticas y recientemente
ha encontrado una nueva aplicación en el estudio de corrientes turbulentas en
fluidos.
Otro descubrimiento del
siglo XIX que se consideró abstracto e inútil en su tiempo fue la geometría no
euclídea. En esta geometría se pueden trazar al menos dos rectas paralelas a
una recta dada que pasen por un punto que no pertenece a ésta. Aunque
descubierta primero por Gauss, éste tuvo miedo de la controversia que su
publicación pudiera causar. Los mismos resultados fueron descubiertos y
publicados por separado por el matemático ruso Nikolái Ivánovich Lobachevski y
por el húngaro János Bolyai. Las geometrías no euclídeas fueron estudiadas en
su forma más general por Riemann, con su descubrimiento de las múltiples
paralelas. En el siglo XX, a partir de los trabajos de Einstein, se le han
encontrado también aplicaciones en física.
Gauss es uno de los más
importantes matemáticos de la historia. Los diarios de su juventud muestran que
ya en sus primeros años había realizado grandes descubrimientos en teoría de
números, un área en la que su libro Disquisitiones arithmeticae (1801)
marca el comienzo de la era moderna. En su tesis doctoral presentó la primera
demostración apropiada del teorema fundamental del álgebra. A menudo combinó
investigaciones científicas y matemáticas. Por ejemplo, desarrolló métodos
estadísticos al mismo tiempo que investigaba la órbita de un planetoide recién
descubierto, realizaba trabajos en teoría de potencias junto a estudios del
magnetismo, o estudiaba la geometría de superficies curvas a la vez que
desarrollaba sus investigaciones topográficas.
De mayor importancia para
el álgebra que la demostración del teorema fundamental por Gauss fue la
transformación que ésta sufrió durante el siglo XIX para pasar del mero estudio
de los polinomios al estudio de la estructura de sistemas algebraicos. Un paso
importante en esa dirección fue la invención del álgebra simbólica por el
inglés George Peacock. Otro avance destacado fue el descubrimiento de sistemas
algebraicos que tienen muchas propiedades de los números reales. Entre estos
sistemas se encuentran las cuaternas del matemático irlandés William Rowan
Hamilton, el análisis vectorial del matemático y físico estadounidense Josiah
Willard Gibbs y los espacios ordenados de n dimensiones del matemático
alemán Hermann Günther Grassmann. Otro paso importante fue el desarrollo de la
teoría de grupos, a partir de los trabajos de Lagrange. Galois utilizó estos
trabajos muy a menudo para generar una teoría sobre qué polinomios pueden ser
resueltos con una fórmula algebraica.
Del mismo modo que Descartes
había utilizado en su momento el álgebra para estudiar la geometría, el
matemático alemán Felix Klein y el noruego Marius Sophus Lie lo hicieron con el
álgebra del siglo XIX. Klein la utilizó para clasificar las geometrías según
sus grupos de transformaciones (el llamado Programa Erlanger), y Lie la aplicó
a una teoría geométrica de ecuaciones diferenciales mediante grupos continuos
de transformaciones conocidas como grupos de Lie. En el siglo XX, el álgebra se
ha aplicado a una forma general de la geometría conocida como topología.
También los fundamentos
de las matemáticas fueron completamente transformados durante el siglo XIX, sobre
todo por el matemático inglés George Boole en su libro Investigación sobre
las leyes del pensamiento (1854) y por Cantor en su teoría de conjuntos.
Sin embargo, hacia finales del siglo, se descubrieron una serie de paradojas en
la teoría de Cantor. El matemático inglés Bertrand Russell encontró una de
estas paradojas, que afectaba al propio concepto de conjunto. Los matemáticos
resolvieron este problema construyendo teorías de conjuntos lo bastante
restrictivas como para eliminar todas las paradojas conocidas, aunque sin
determinar si podrían aparecer otras paradojas —es decir, sin demostrar si
estas teorías son consistentes. Hasta nuestros días, sólo se han encontrado
demostraciones relativas de consistencia (si la teoría B es consistente
entonces la teoría A también lo es). Especialmente preocupante es la
conclusión, demostrada en 1931 por el lógico estadounidense Kurt Gödel, según
la cual en cualquier sistema de axiomas lo suficientemente complicado como para
ser útil a las matemáticas es posible encontrar proposiciones cuya certeza no
se puede demostrar dentro del sistema.
LAS MATEMÁTICAS ACTIALES
En la Conferencia Internacional
de Matemáticos que tuvo lugar en París en 1900, el matemático alemán David
Hilbert expuso sus teorías. Hilbert era catedrático en Gotinga, el hogar
académico de Gauss y Riemann, y había contribuido de forma sustancial en casi
todas las ramas de las matemáticas, desde su clásico Fundamentos de la
geometría (1899) a su Fundamentos de la matemática en colaboración
con otros autores. La conferencia de Hilbert en París consistió en un repaso a
23 problemas matemáticos que él creía podrían ser las metas de la investigación
matemática del siglo que empezaba. Estos problemas, de hecho, han estimulado
gran parte de los trabajos matemáticos del siglo XX, y cada vez que aparecen
noticias de que otro de los “problemas de Hilbert” ha sido resuelto, la
comunidad matemática internacional espera los detalles con impaciencia.
A pesar de la importancia
que han tenido estos problemas, un hecho que Hilbert no pudo imaginar fue la
invención del ordenador o computadora digital programable, primordial en las
matemáticas del futuro. Aunque los orígenes de las computadoras fueron las
calculadoras de relojería de Pascal y Leibniz en el siglo XVII, fue Charles
Babbage quien, en la Inglaterra del siglo XIX, diseñó una máquina capaz de
realizar operaciones matemáticas automáticamente siguiendo una lista de
instrucciones (programa) escritas en tarjetas o cintas. La imaginación de
Babbage sobrepasó la tecnología de su tiempo, y no fue hasta la invención del
relé, la válvula de vacío y después la del transistor cuando la computación
programable a gran escala se hizo realidad. Este avance ha dado un gran impulso
a ciertas ramas de las matemáticas, como el análisis numérico y las matemáticas
finitas, y ha generado nuevas áreas de investigación matemática como el estudio
de los algoritmos. Se ha convertido en una poderosa herramienta en campos tan
diversos como la teoría de números, las ecuaciones diferenciales y el álgebra
abstracta. Además, el ordenador ha permitido encontrar la solución a varios
problemas matemáticos que no se habían podido resolver anteriormente, como el
problema topológico de los cuatro colores propuesto a mediados del siglo XIX. El
teorema dice que cuatro colores son suficientes para dibujar cualquier mapa,
con la condición de que dos países limítrofes deben tener distintos colores.
Este teorema fue demostrado en 1976 utilizando una computadora de gran
capacidad de cálculo en la Universidad de Illinois (Estados Unidos).
El conocimiento matemático del mundo moderno está avanzando más rápido que nunca. Teorías que eran completamente distintas se han reunido para formar teorías más completas y abstractas. Aunque la mayoría de los problemas más importantes han sido resueltos, otros como las hipótesis de Riemann siguen sin solución. Al mismo tiempo siguen apareciendo nuevos y estimulantes problemas. Parece que incluso las matemáticas más abstractas están encontrando aplicación.
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